XXV Congreso Hemisférico de Cámaras de Comercio, Miami, Florida, USA. Abril 14 a 17 de 2004. Alfredo Vanegas Montoya, Presidente del Congreso Hemisférico, el Escritor colombiano Jaime Alberto Echeverri Montoya, el Chairman del Congreso Hemisférico, Mario Gutiérrez, Joe Chi, de Maxim Import Corp, y José Antonio Jaramillo de Turbana Corp.
DEL ABUSO A TEO, Obra de Jaime Alberto Echeverri Montoya publicada en Miami, Florida, Estados Unidos, en Marzo de 2003
«El niño Teo en la catedral, hincado con devoción, entre confeso y confuso, empezó a sentirse como presa acorralada por una serpiente constrictora y venenosa que le inoculaba mortalmente su pedofílica dosis de abuso. Vio como la bestia engullía la fe y la inocencia; paralizado por el miedo, apenas alcanzó a sentir que de entre sus nalgas le salía un frío y silencioso viento flatulento que estremeció de golpe las narices del monstruo, haciéndole retroceder con asco ante tan extraño antiofidio.»
“Una vez adentro del obscuro sanitario del despacho parroquial de Monseñor Pierre, en la exclusiva zona de Biscayne en Miami, Teo aprovechó la deposición, el momento para confesarse íntimamente con Dios; pensó que el dolor de los niños abusados no prescribe con el tiempo, no se extingue jamás, nunca es extemporáneo, no caduca; que la ley divina en la tierra y en el cielo es retroactiva e imperecedera gracias a Dios, a la memoria, a la palabra. Pensó en los niños adultos que enmudecieron, en los que perdieron el habla fulminadas y vejadas sus lenguas por el golpe del rayo, en los adultos que nunca más quisieron ser niños por el latigazo que el triste recuerdo aún hoy les flagela el alma; evocó las miradas autistas, silentes y ausentes de algunos jóvenes; pensó en los abusados y abusadores, en los encubridores, en los testaferros del mal que callaron la infamia, en los tímidos, en el trueno. Percibió la presencia de Lucifer disfrazado de sacerdote deglutándose el credo, olió bruscamente el baho que despedía la taza del baño, los flujos que emanaban, los caldos callentes y asquerosos que descendían por sus tobillos, olfateó de memoria la confusión de olores y aromas mezclados, de los gases, del incienso, la esperma quemada, la naftalina que expulsaba la maldita sotana del cura abusador. Se persignó, se hechó la bendición, se absolvió sin penitencia, se limpió a tientas el culo como pudo, y sintiéndose más relajado, mas liviano, se subió los pantalones.»
JAIME ECHEVERRI MONTOYA
Mi agradecimiento
Para quienes de una u otra forma contribuyeron a que este libro fuera finalmente una hermosa realidad;
A todos los miembros de mi familia en general, en especial a los que me hicieron valiosos aportes: Luz Montoya Vda. de E.; María Carolina Echeverri; Samuel Figueiredo Echeverri, mi hermoso nieto; Juan Camilo Cardona y familia; Luz Ángela Echeverri; Rafael Quiceno; Héctor Alonso Cataño; Juan Pablo Quiceno; Miquel Ángelo Montemurro y Alfredo Vanegas Montoya.